De mujer enamorada a averiguadora clandestina

No pienses que te espío, no llego a ser tan ruin.
Es torpe que tú creas que quiero sorprenderte en un desliz.

…Si yo solo pasaba por aquí..

Luis Eduardo Aute

Todas las mujeres en algún momento de nuestras vidas,
aunque no lo confesemos y aunque no averiguamos datos para la URSS (como África Las Heras), hemos hecho espionaje amoroso.

África Las Heras fue la esposa del escritor uruguayo Filisberto Hernández. Lo utilizó para vincularse con la sociedad uruguaya y conseguir datos para la Unión Soviética. Su marido ignoró por completo las actividades clandestinas de su mujer.

El espionaje amoroso que nosotras realizamos es un fino trabajo que jamás se confiesa (ni a punta de pistola!) y que nos permite saber con quien se escriben, a quienes ven, quienes les mandan mensajes, con quienes se acuestan, quienes son sus amigos, si nos dicen la verdad, cómo son las fotos de sus ex o cuales sus novias actuales.


Todas las mujeres llevamos una espía adentro. No es necesario ser una lúcida ni tener una mente brillante para dejar de ser una simple mujer enamorada y convertirnos en una averiguadora clandestina.


Los celos nos posen, la curiosidad nos domina y zaz!.. Tiramos a la basura los principios y comenzamos con nuestra tarea.


Cosas que hacemos las mujeres y nunca confesamos


  • Buscar la foto de su novia en Facebook para poder verle la cara y comentar lo fea que es con nuestras amigas. Si es bonita comienza la tragedia.
  • Buscar la foto de su ex en Facebook para poder verle la cara y comentar lo gorda que está con nuestras amigas. Si tiene aires de chica interesante, la autoestima nos queda por el suelo.
  • Escuchar conversaciones de teléfono para enterarnos de algo que él no nos cuenta.
  • Sacarle información a los amigos, intentando que caigan en la trampa y digan lo que no deben decir.
  • Revisar su agenda del celular para detectar nombres “sospechosos”.
  • Revisar su celular y leer los mensajes de texto.
  • Revisar la billetera.
  • Robarle la contraseña de la cuenta de correo y leerle los mails.
  • Robarle la contraseña del chat y chatear en su nombre con mujeres (para saber qué trato tiene con ellas).
  • Agregarlo al chat, con una cuenta falsa (con nombre de mujer) e intentar seducirlo para conocer su grado de fidelidad.
  • Agregar a su ex novia al chat, con una cuenta falsa (con nombre de hombre) e intentar sacarle información (si lo quiere aún, si él la llama, si le escribe, etc.).
  • Agregar a su novia al chat, con una cuenta falsa (con nombre de hombre) e intentar seducirla para después poder decir “es una fácil”.
  • Agregar a su ex novia al Facebook, con una cuenta falsa (con nombre de hombre o de mujer) para poder ver fotos viejas donde están juntos.
  • Agregar a su novia al Facebook, con una cuenta falsa (con nombre de hombre o de mujer) para poder ver fotos de ellos en sus últimas vacaciones.
  • Y las clásicas: seguirlo, perseguirlo, hacerlo seguir, hacerlo llamar, etc.

No todo es color de rosas en esta tarea. Decía Roland Barthes que "como celoso sufro cuatro veces: porque estoy celoso, porque me reprocho el estarlo, porque temo que mis celos hieran al otro y porque me dejo someter a una naderia" (1).
Las mujeres somos así, no lo hacemos ni por maldad ni por cinismo, solo lo hacemos porque amamos demasiado.

Y sonreímos en silencio cuando recordamos que “en el amor y en la guerra... ¡todo vale!”.

Lecturas recomedadas

  1. Barthes, Roland; Fragmentos del discurso amoroso; Siglo XXI editores; Buenos Aires; 2004.
  2. Vallarino, Raúl; Nombre clave: Patria. Una espía del KGB en Uruguay; De Bolsillo; Montevideo; 2007.

(1)
Barthes, Roland; Fragmentos del discurso amoroso; Siglo XXI editores; Buenos Aires; 2004. Pag, 58.


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